jueves, 2 de abril de 2009

Nostalgia




Hace un par de días,  a través de una de las conocidas redes sociales he tenido una gran alegría. Una chica, que fue mi novia hace aproximadamente unos 25 años ha contactado conmigo. Curiosamente, en todos estos años yo nunca he dejado de pensar en ella. Siempre ha estado en mi mente, seguramente porque fue algo absolutamente maravilloso para mi, y sin duda, y aquí esta la muestra, ella también ha guardado un buen recuerdo de mi después de tantos años.

 

La historia es bien simple, yo tenia 19 y había tenido una novia desde los 17, y ella tenía 16. Creo que nos enamoramos locamente, a lo bestia, como se hace en esa inconsciente juventud, y esa edad donde la sangre te hierve y la pasión se dispara. Ella se llama “E”. Yo fui su primer hombre de verdad, había tenido algún escarceo con un compañero de colegio pero nada mas, y durante el año que duró nuestra relación los dos aprendimos muchas cosas, de la vida y del sexo, y al final, la “puta mili” me llevo muy lejos de ella, y la perdí. Quien sabe que hubiera pasado si aquella separación forzosa no se hubiera producido. Pero como este blog es de sexo y pasión, dejaré los recuerdos que me evoca el pensar en esa situación para otros lares, y os relataré alguna de las maravillosas sensaciones que vivimos juntos.

 

Como mandaban los cánones de la época, la mayoría de nuestras relaciones sexuales las mantuvimos en el coche, o mejor dicho en los coches, porque en ese año tuve dos a mi disposición, un SEAT 850 y mas tarde un SEAT 600. La virgen¡¡¡, que no era, lo que se puede llegar ha hacer en una sitio tan pequeño. Yo no soy de grandes tallas, pero ella ya era más alta que yo en aquellos tiempos, y le recuerdo unas piernas de seda, largas y esbeltas, con las que me atrapaba alrededor de la cintura y me hacía ver las estrellas como nunca más he visto. La verdad es que creo que aquellas primeras relaciones en el coche marcaron mi vida, y quizás la suya. Aparcábamos en una calle de San Gervasi, detrás del colegio Sant Ignacio, o por los alrededores y pasamos unas tardes del invierno del año 1984-1985 que jamás podré olvidar. Revolcones sin fin, de descubrimiento, de sabores y olores, de pasión sin freno, clavándonos el cambio, el freno, las puertas, los cantos, los asientos, el volante…. Nada nos molestaba, los cristales se empañaban y dentro estábamos como en una nube.

 

Cierto día, en el verano del 84, volvíamos de la playa de Castelldefels en el 850, y al abrir una lata de coca-cola se nos rompió el tirador, así que tuvimos que abrirla con una llave, y para desgracia o fortuna, con los movimientos, un gran chorro de coca-cola nos regó completamente a nosotros y al coche. Como además ya veníamos con la sal del mar pegada al cuerpo, el sudor del calor, la arena, y encima la pegajosa coca-cola no pudimos más que parar, y gozar de nuestros cuerpos como si fuera la última vez, algo que de una forma u otra siempre hacíamos de la misma forma, con la pasión como si fuera la última vez.

1 comentario:

  1. Las primeras experiencias, sobre todo si son maravillosas como esta, siempre se recuerdan de una forma muy especial, y yo si creo que tanto a ti como a ella, de una forma u otra, marco vuestras vidas.
    Me gusta el blog. Nos veremos mas por aquí.
    Saludos.

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